Capitulo 7

Jhon llego a casa con la complicidad de la noche. Con el frio de las tinieblas y el sabor de la nicotina en sus labios. El humo de su cigarrillo se alejaba de su figura como un poseso. Silencioso y taciturno se fue acercando al portal hasta que advirtió que una pareja de policías aguardando su llegada. En sus rostros se veía la premura y el nerviosismo. Algo había sucedido, algo demasiado gordo para que su noche de cervezas y remordimientos fuese aparcada. En su salón, de nuevo el sofá dormiría con su gélida ausencia y la puerta blanca debería permanecer ignorada y olvidada momentáneamente de sus demonios. Y ahora aquí estaba viendo a una joven tendida en el suelo y su cabeza rodeada de una aureola de sangre dándole un aspecto de mártir virginal. Aunque hacía poco tiempo del deceso su cuerpo ya estaba relleno de carne y músculos. El rigor vitae estaba en pleno proceso. Y como tantas veces, veía que el cuerpo tenía un color rosado. Solo pensaba que aquello que hace poco era una mujer hermosa y tenía la muerte por delante hasta que alguien decidió acabar con su corta existencia borrando su presencia de una forma brutal. Un oficial de policía rostro arrugado y pobladas cejas lo miro a través de sus gruesas gafas negras donde se adivinaban unas cuencas apagadas, víctima de demasiado café cargado y falta de sueño. Jhon vio como el uniforme parecía almidonado y una carga de naftalina llego a sus cuencas nasales.
- Es asqueroso, mire su estado. Uno de mis chicos está vomitando fuera. Fue el primero en descubrirlo. Un novato. Les enseñan mucha teoría, pero nada de práctica.
Jhon lo miro con gesto compresivo mientras se alejaba un poco del repulsivo olor de su traje.
-Entiendo, no es agradable. Ver un cuerpo tan compuesto, agente. Solo con ver su...piel tersa sin arrugas.
Jhon vio que el equipo de la científica ya está procesando el cuerpo. Ante todo, como siempre intentaba ver todo en su conjunto. No dejarse llevar por la primera impresión. Vacío su mente mientras observaba el cuerpo y lo que veía alrededor.
El forense era un hombre afable de unos cuarenta años. Sus mejillas y mentón desaparecían bajo unas formidables patillas y una barba pelirroja que hacían juego con el escaso cabello que le rodeaba la coronilla. En su rostro destacaba una nariz aguileña, y en sus cuencas castañas había una chispa de tristeza y melancolía. Irlandés de nacimiento, llevaba un apellido que era conocido y respetado en todo el país por su tenacidad vestido con un mono blanco, guantes y mascarilla movía con sumo cariño el cuerpo como si temiese hacerle daño. Paro un momento y miro a Jhon.
-Lo que fuese vino de repente. Mi primera impresión ocular es que estaba aquí y el tiro vino directamente de la ventana.
- ¿Un francotirador?
-Seguramente. Fue un tiro limpio. Directo. Cuando la apunto, disparo.
- ¿Eso quiere decir que no fue al azar?
-No. Quien hizo esto fue algo muy preparado y premeditado. Hay otra cosa mas.
- ¿El que?
-Va a sonar raro, pero no hay ninguna bala en el interior. Y la sangre de la cabeza esta mezclada con agua.
-Lo del proyectil quizás el asesino lo quitase para destruir pruebas. Y lo del agua puede que estuviese bebiendo y cayese al suelo y se mezclase.
-Bueno lo del robo es factible. El asesino pudo entrar y echar la llave al salir. Aunque debía haber dos pares de llaves. La victima las tenía en su bolso. Pero lo raro es lo del agua. Esta sale de dentro de la cabeza. Como si lo que la hubiese matado fuese algo líquido. Además, no hay restos de salpicaduras de recipientes, ni hemos encontrado ningún vaso en la habitación.
Jhon se quedó perplejo y espero que el forense le aclarase algo mas.
-Por cierto, ¿Dónde está Berman?
-Con el alcalde, alguien tenía que comunicarle el asesinato de su hija.

Continuara...








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