Jhon llego a casa con la complicidad de la noche. Con el frio de las tinieblas y el sabor de la nicotina en sus labios. El humo de su cigarrillo se alejaba de su figura como un poseso. Silencioso y taciturno se fue acercando al portal hasta que advirtió que una pareja de policías aguardando su llegada. En sus rostros se veía la premura y el nerviosismo. Algo había sucedido, algo demasiado gordo para que su noche de cervezas y remordimientos fuese aparcada. En su salón, de nuevo el sofá dormiría con su gélida ausencia y la puerta blanca debería permanecer ignorada y olvidada momentáneamente de sus demonios. Y ahora aquí estaba viendo a una joven tendida en el suelo y su cabeza rodeada de una aureola de sangre dándole un aspecto de mártir virginal. Aunque hacía poco tiempo del deceso su cuerpo ya estaba relleno de carne y músculos. El rigor vitae estaba en pleno proceso. Y como tantas veces, veía que el cuerpo tenía un color rosado. Solo pensaba que aquello que hace poco era una mujer h...
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